24 diciembre, 2007

EN ESPERA...

Tengo un libro atrapado dentro, sé que quiero escribir porque imagino el comienzo una y otra vez. Ni siquiera sé de qué quiere hablar, ni lo que pretenden contar sus páginas, pero sé que está ahí buscando cómo salir, y que tiene que ver con muchas cosas que han sucedido en la última década... Sé que se está revolviendo porque necesita salir, pero el yugo del tiempo y un trabajo que me cercena cualquier intento de crear y reinventar mi vida con libertad, impiden que lo que vive dentro de mi respire.

Eso me desespera... porque yo vivo de pintar mis paredes imaginarias a diario para no sentirme atrapada, la rutina me oprime las sienes y amenaza con desdoblarme en una parte de mi que no me gusta para nada.

El tiempo se me escapa y no lo aprovecho, porque utilizarlo íntegro para otros es perderlo por completo... al menos como a mi me hacen utilizarlo. Tendría que estar penalizado por la ley, y supongo que lo está, pero no tengo los reaños de enfrentarme al sistema porque necesito la porquería que tengo.

Ya tengo demasiado tiempo sin llenar hojas, sin darle ímpetu a vidas ajenas, sin inventar pueblos perdidos y amaneceres atravesados... ya tengo demasiado tiempo obligando a las palabras para que se duerman dentro... ya tengo demasiado tiempo juntando pausas en espera de poder parir lo que me late dentro...

Y a lo mejor, por eso mismo, hoy os regalo el avance de lo último que fui capaz de contar hace ya dos años.

Besos... estupendos seres humanos...

- LA NIÑA DE SAN JUSTO - (1)

A San Justo se llega por una carretera estrecha, después de atravesar una montaña de curvas imposibles que parece no terminar nunca. El estómago salta de un lado para el otro hasta querer escapar por la boca en busca de un lugar más tranquilo, y cuando uno cree no poder soportar más envites ni envestidas… entonces a lo lejos, al final de la pendiente, aparece una perla reluciente de casas bajas, blancas como la conciencia de un bebé, dormida en el regazo de una bahía de arena rosada, molida como la harina de trigo, y aguas transparentes que exponen sus secretos sin recato a los ojos de todo el que llega. Uno se olvida del estómago alborotado y el ansia por pisar tierra firme se convierte en urgencia desmedida. Según crece la proximidad los aromas ocupan todo el espacio: pan recién hecho, salitre desparramado en cada esquina, pescado fresco, oliva pisada, miel de mil flores, cera derretida, uva exprimida, brasas recientes y un amanecer único que sólo encuentra medida en los cuentos inventados de un loco colombiano que teje vidas ficticias.

Las guías turísticas, en cualquier idioma, reflejan clarito que a San Justo no se puede llegar en cualquier época del año ya que no siempre es tiempo de visita, porque como bien dice el reclamo “por algo Dios puso el pueblo en un enclave tan difícil y apartado, a resguardo de curiosos sin escrúpulos y buscadores de dinero de instintos atravesados”. Las murallas se cierran el 10 de enero y no vuelven a chirriar los goznes de sus monumentales portones hasta recibir la Semana Santa, con las calles limpias como recién puestas, los campos barridos de naturaleza muerta, y el ganado recién bañado.

Pero la vida en San Justo no para ni se detiene y si alguien por error recala en su bahía durante el período de clausura, no es ahuyentado a cañonazos, le invitan a pasar y quedarse por el tiempo que haga falta… Cuando esto ocurre el alcalde ya sabe que tiene que desempolvar la memoria del pueblo, buscar la línea siguiente y con la pluma que inauguró aquel mismo libro siglos atrás, escribir el nombre del recién llegado con tinta de su propia sangre… porque algo es seguro: todo el que recala por error jamás deja San Justo.

Así fue como tres décadas atrás Don Venancio escribió en el renglón 2.137 el nombre de Niña del Mar, después de rescatar un 19 de enero una cesta a cincuenta metros de la orilla donde un bebé se desgañitaba como preguntando por qué hacía tanto frío… y tras cuatro días de paños helados, friegas con remedios de la abuela Asunción, leche de vaca rebajada con agua y calditos livianos, consiguió Doña Adela, la mujer de Don Venancio, doblegar la fiebre y alimentar a un bebé que parecía escapado de un cuento de espías, con unos ojos del tamaño de dos castañas frescas que todo lo miraban sin perder detalle.

- Venancio, ¿y por qué no le ponemos un nombre cristiano a la criatura en vez de llamarla Niña del Mar?... – Doña Adela estaba preocupada por esa repentina rareza de su esposo.

- Calla Adela, calla… que la cría ya tiene nombre, a poco que sea quien la parió tuvo tiempo siquiera de pensarlo unos minutos al menos… y no seré yo quien le borre con otro nombre su primera historia. – Estaba más que convencido de sus palabras. – Quién sabe si mañana mismo aparece su madre, su padre o un séquito completo de familiares buscando a la niña, y entonces… No, quita, mejor la decimos Niña del Mar, que con eso no mentimos a nadie, ni tampoco a ella. No se hable más. – Y dando por zanjada la cuestión salió de nuevo a la calle, buscando la puerta de Aurora para que volviera a llenar el cántaro de leche y preparar de este modo la sopa tibia que ya andaba reclamando Niña.

Don Venancio presentó a Niña del Mar a la comunidad en un pleno extraordinario una semana después de su hallazgo en la bahía. La puso en su cesta (ya reparada, adornada y revestida con un emplasto impermeable invento del alcalde, que aseguraba su hermetismo acuático frente a eventuales singladuras marítimas, poco probables, pero nunca se sabe), sobre la mesa de la alcaldía, junto al bastón de mando, mientras explicaba su procedencia con la misma naturalidad que desmenuzaba las virtudes curativas de las algas transparentes frente a los turistas cada 21 de mayo, en la jornada inaugural del Festival de Primavera, famoso en el mundo entero. En aquella reunión Don Venancio expuso con vehemencia la necesidad de cuidar y formar a Niña del Mar mientras aparecían sus legítimos representantes, de forma que no existía necesidad de adoptarla, pero en ese tiempo de espera sí se planteaba la urgencia de cubrir sus demandas más inmediatas.

Así pues Niña del Mar pasó de ser un náufrago anónimo en miniatura a ser la hija de cincuenta padres y cincuenta madres, la nieta de veinte abuelos y treinta y dos abuelas, y la hermana de veinticuatro niños, además de la sobrina de todos aquellos que un día emigraron de San Justo buscando las maravillas de los cuentos que relataban los turistas, y por supuesto, la legítima heredera de lo que la comunidad considerara oportuno.

San Justo es famoso por la Fortaleza, un armazón descomunal de piedra antigua, saeteras estrechas, pasillos angostos y cuevas imposibles construido al borde del Acantilado del Justiciero. En ella batallaron los justeños contra bucaneros atrevidos, piratas desvergonzados, militares obstinados, constructores sinvergüenzas y clérigos disfrazados de buenas intenciones que salieron blandiendo sus crucifijos como alma que lleva el diablo al escuchar el primer cañonazo. Resistieron como pudieron los empujones de un destino permanentemente amenazado, hasta que les llegó la noticia de que algunos de quienes jamás habían oído hablar antes inventaron una ley para todos que hablaba de la pertenencia del territorio y el derecho de cada cual a ser libre y gobernarse sin andar desconchando la paciencia del prójimo. Fue entonces cuando la fortaleza dejó de oler a pólvora, se barrieron sus pasillos, se adecentaron las celdas de castigo y pasó de ser un laberinto de gritos, maldiciones, carreras, sudor y sablazos, a una confortable sucesión de habitaciones dobles con baño propio, decoradas según los dictados de la época de los bucaneros, con doseles y gasas, y unas cuantas antorchas en las paredes, que funcionaban ya a una potencia de 220 voltios. Bendito progreso. La Fortaleza contaba con otras dependencias: cocina, comedor comunitario, salón de conferencias, piscina natural y huerta. Las habitaciones no disponían de radio ni televisión vía satélite, ni tampoco vía tradicional, porque San Justo había renunciado a tales adelantos… desde aquel día hacía cuarenta años en que alguien aventuró el final del mundo sin mayor emoción un viernes por la tarde a través de la televisión, y Don Vicente, el alcalde por aquellos tiempos, decidió que si las desgracias tenían que llegar mejor que fueran de repente, que buena gana de andar sufriendo a plazos para después quedarse como si tal, porque era evidente que ni había llegado el fin del mundo ni había indicios de que aquello fuera a pasar en breve. Arrancaron de cuajo la antena de la televisión y todo el pueblo quedó sin señal, y cuando los responsables del invento vinieron a interesarse por el suceso y reclamar daños, fueron recibidos con una salva de pólvora desde la Fortaleza que todavía los tiene corriendo en tres direcciones diferentes. Y todo aquel que rechazó la drástica medida de Don Vicente tenía libertad plena para bajar a Cala Ardiente, fuera de los límites de la comarca, donde Jacinto Palomo había instalado un saloncito de playa y recibía la señal de televisión del pueblo de al lado, gracias a la mágica orografía del terreno y a un par de chapuzas que le costaron el brazo izquierdo por culpa de las descargas voltaicas.

Entre todos enseñaron a Niña del Mar a distinguir las horas y los minutos, contar, sumar, restar y otras artes numéricas de uso frecuente, Doña Angustias consagró varios años a desentramar con paciencia para Niña los enredos de las letras, las palabras, las frases y los cuentos, y algunos de sus abuelos, garrota en mano, se la llevaban al campo para que aprendiera a distinguir las señales de la naturaleza que auguraban lluvia, granizo, cielo despejado o un rocío traicionero que dejaba las uvas en el esqueleto. Aprendió las mañas de un parto sano para vacas, cabras y ovejas, la magia de la leche convertida en queso, el sabor divino de los calostros endulzados y la mantequilla batida, los dulces hechos en casa o la magia de las conservas que duraban todo el año. Supo de los beneficios de las hierbas, rastrojos que a simple vista no servían para nada y que bebidos resultaban la mejor de las medicinas para el dolor de barriga y de cabeza, la hinchazón de los pies, la afonía, el constipado o las llagas de la boca, por citar unos cuantos. Empezó a guardar ramitas de aquí y de allá, y pronto se hizo con un muestrario que hacía las delicias de propios y extraños, y con el tiempo no faltaba turista que no hubiera oído hablar de la Enciclopedia Verde de la Niña del Mar.

11 Comments:

At 24 diciembre, 2007 03:17, Blogger JENNY said...

Tweecita, otro día vengo con más calma y me leo el relato completico!!!

Ahora paso a darte una FELIZ NAVIDAD al lado de tu amado Ben y que el próximo año se consoliden tus proyectos!!

Recibe un fuerte abrazo y muchos besos!!!

 
At 24 diciembre, 2007 10:04, Anonymous Anónimo said...

Tweeeeeeeeee....

Busca el tiempo para escribir.

Aráñalo de donde sea.

No importa que te de para escribir sólo dos líneas.

Recuerda que dos más dos más dos más dos más dos....

Me encanta el texto!

Gracias por un regalo de navidad tan lindo!

Felices fiestas, Guapa!

Y sí, que nos roben el tiempo debería estar penalizado!

Un abrazo inmenso para tì, para Ben y para los tuyos!

 
At 24 diciembre, 2007 10:24, Blogger Mavi. said...

Llegará tu momento, llegará, sólo tienes que ser fuerte para saber esperarlo sin desesperar y entonces se hará "tu luz" y todo será diferente.

Un gran beso.

Mavi.

 
At 24 diciembre, 2007 11:32, Blogger Rosa said...

Yo tengo cita en el Ministerio para buscar mi homologacion el dia 30 de Enero asi que seguramente me ire el dia antes osea 29, Te dejo aqui mi email
rosasancal arroba yahoo o hotmail o gmail. com los tres son iguales asi que por cualquiera nos podemos comunicar. Un abrazo navideño

 
At 24 diciembre, 2007 17:20, Blogger Yolypatch said...

Escribes como los mismos angeles!!!! Tienes un don increible!!!
Tu momento está cada día más cerca: acabas de "mover energías" con el hecho de regalarnos esta parte del hermoso relato que escribiste hace tiempo... y no tiene marcha atrás!
Mis mejores deseos con todo mi cariño para ti y tu familia.

 
At 24 diciembre, 2007 20:00, Blogger Jackie said...

Cuando leí el título me dije:

Está embarazada!!! Por fin va a nacer mi sobrinita Jacqueline

JAJAJAJAJA!!!!

Qué desilusión, carajita.

No tengo tiempo de leerte con calma hoy, luego regreso.

Feliz Navidad preciosa.

Te quiero hasta el cielo.

 
At 25 diciembre, 2007 03:07, Blogger Unknown said...

Feliz Navidad Twee, para ti y para TUBEN!!!!!
Saludos desde Venezuela!!!

 
At 25 diciembre, 2007 11:49, Blogger Carmen Salcedo said...

Feliz Navidad tambien para ti y los tuyos,incluyendo a "tu señora madre".Besitos para todos ,y que la felicidad y los buenos deseos os envuelvan en estos dias y todos los demas.Sabes que te quiero una jartá.Un abrazo guapa Pepa

 
At 25 diciembre, 2007 23:10, Blogger gloria said...

!!!!!!!sigue!!!!!!!!!!por favor!!!

 
At 26 diciembre, 2007 20:34, Anonymous Anónimo said...

tampoco es para tirar cohetes por dios

 
At 26 diciembre, 2007 21:22, Blogger Tweesita said...

Gracias JENNY... Disfruta mucho con tu hermosa familia. ¡¡¡FELIZ TODO!!!

MO y que tú me digas eso me pone colorá... jajajajaja... lo intentaré. Algún día nos tomamos un café y te cuento una historia que te gustará, sobre una promesa que le hice a alguien de no dejar de escribir... A veces me tira de las orejas desde el más allá... glubs...

MAVITA. Seguro que sí. Por ahí anda mi "momento", más perdido que la Botella en el barrio Chueca, pero sé que encontrará su caminito... por supuesto.
ROSA, pues entonces cuadramos y nos vemos, que yo no me quedo sin darte un achuchón... prometido.

YOLY, cómo se nota que me quieres jamía... te imagino con los pompones, miga, haciendo cabriolas y conminándome a la escritura... jajajajajaja... eres tremenda. Asssiasssss

JACKIE, todo llegará hija... todo llegará, pero no sé cuándo, que ya te dije que más que madre seré abuela, porque a este paso. Talmente, te quiero una jartá, morena mía.

ANDREINA... Graciassssssss... Lo mejor también para ti y tu familia... Muero por unas hallacas, pero por estos lados nadie se digna a brindarme su guiso y yo no sé hacerlas. Eso sí... el pan de jamón no me lo quita nadie, que parezco morochita de Scannone... ¡JUAS!

PEPA querida... lástima que no estemos más cerca, porque hay ratos que buena falta me hace tu pechuga, de verdad. Ojalá nos veamos pronto, que te extraño un montón. Mil besos y lo mejor para ti en el 2008...

GLORIA... Gracias, gracias, gracias, por esos aplausos... te voy a hacer caso y voy a poner ahora mismo la segunda y última parte del cuento.

Anónimo, cierto es que no es para tirar cohetes, nadie lo dice, sólo gusta o no gusta. Y sigo diciendo lo mismo de siempre, ¿por qué los cobardes siempre se escudan tras la generalidad para soltar exabruptos?... No te preocupes que no soy rencorosa, con cariño te dedico la segunda parte del cuento... que lo disfrutes. (Por curiosidad voy a ver quién eres... jajajajaja... me encanta hacer maldades).

 

Publicar un comentario

<< Home

Free counter