YO CREÍA QUE SÍ

La Fortaleza - Residencia del Gobernador - San Juan, Puerto Rico (USA)
(Foto de Carmen Navarro)

Pero qué va... que no es tan fácil. Prácticamente desde que empecé a trabajar el pasado día 3 de octubre no he hecho otra cosa, más que trabajar interminables jornadas y exclamar el agotamiento que me embarga (como Hacienda suele hacer) a los cuatro vientos. Pero que nadie se confunda, estoy feliz y contenta, me gusta lo que hago, es interesante, además de un escaparate como no había imaginado hacia una parte de la sociedad que me espeluzna y que a diario permite que me reafirme en mis principios vitales... pero lamentablemente de ello no puedo hablar ni dar la más mínima seña porque he tenido que firmar un acuerdo de confidencialidad, y con las lentejas no se juega, así que he de obviar un sabroso y suculento pernil que me hubiera dado para más de un artículo diario en este blog con telarañas. Pobrecito mío, abandonado lo tengo.

El frío no termina de llegar, hasta hoy en manga corta... Mi Ben ha de esperar a que le entreguen su NIE (Número de Identificación de Extranjero) para poder trabajar, así que los diferentes puestos de trabajo a los que por fortuna ha podido acceder... han tenido que ser postergados. Eso nos ha tenido mal, aunque aprendemos a saltar sobre los impedimentos, porque hasta ahora el destino nos ha mimado y consentido... y tampoco podemos creer que todo es un jardín de rosas. Pero ahí la llevamos, dando la batalla con alegría y enamorados hasta el tuétano, que en semejantes circunstancias no es poco.

Ayer fuimos a ver a un amigo que hoy salía para San Juan... es más, a estas horas debe estar ya junto a su esposa, recién aterrizado en el Muñoz Marín. Hablamos de los primeros viajes de Mi Ben a España, de Puerto Rico, de sabores, olores y colores, de playas de aquí y acullá... de rincones, tiendas, amaneceres y romances... Y me sentí de nuevo sentada en el tren urbano, saliendo desde Río Piedras para después coger la guagua hacia el Viejo San Juan... el olor a mar, la humedad pegada a la piel, la risa de la gente, el saludo cortés, los helados cremosos y naturales de los Chinitos, el carrito de la compra que utilizamos para hacer mercado, los desayunos en El Nilo, las conversaciones con Maribel en el correo, los abrazos de David al entrar en el Divino Bocadito, las sevillanas con piel de canela... Extraño Puerto Rico, pensé que no diría esto jamás porque tampoco pasé tanto tiempo allá, pero de verdad lo extraño... y me mata el alma pensar en el motivo absurdo y necio por el que tuvimos que hacer las maletas... pero esa es otra historia de la que aquí, aun, no puedo hablar... aunque sé que lo haré. De momento el silencio es lo que la prudencia aconseja, pero no será eterno.

Besos... estupendos seres humanos.

P.S. No me deja cargar fotos... siempre me pasa lo mismo. Lo he conseguido el día 5... qué vaina.