GRANADA
(Foto de Francisco Torres)
Detalle del suelo - La Alhambra
Granada, como cualquier parte del mundo, se convierte en dos veces bella si quien te la muestra y te guía le pone alma, corazón y vida, como dice el bolero... Llegamos a las tierras de Boabdil el viernes por la mañana y todo comenzó con un abrazo cocinado a fuego lento, como los mejores guisos, durante los tres últimos años. Nos esperaba Francisco, un amigo de Mi Ben, al que conoció hace más de tres años en Minnesota durante un curso internacional de la empresa a la que por aquel entonces ambos pertenecían... pasaron dos semanas donde los acontecimientos se sucedieron a una velocidad de vértigo y las circunstancias los hizo identificarse al uno con el otro de forma tan próxima que hoy por hoy se siguen llamando "hermanos", creo que con eso queda todo dicho.Caminamos las calles de la Granada vieja, comimos divino en una vinoteca de postín y tronío, subimos a la falda de la Alhambra (La Roja), contamos pasos por los empedrados centenarios, esquivando coches, rozando
extranjeros y propios, metiendo la nariz en tiendas de marroquinería... mirando a todos lados como ventilador de iglesia, escuchando historias, suspirando fábulas, acariciando amores ajenos de moras y cristianos... esperando que de una esquina salieran unos persiguiendo a los otros por culpa de romances prohibidos y culturas encontradas. Granada es un atardecer de fábula eterno, un suspiro suspendido en el tiempo donde todos podemos acunar nuestros sueños y dejar escapar emociones que no nos atrevemos a susurrar... porque Granada escucha y guarda el secreto, tiene experiencia en ello...Con Francisco compartimos familia, mesa, casa y consejos, sonrisas, bromas, ronquidos y sueños... nos sentimos parte de los suyos, nos hicieron parte de su intimidad y nos trataron como a reyes recién coronados, lo mejor de lo mejor para ese par de desconocidos que invadieron su cotidianeidad con
prudencia y sonrisas. Pescado fresco, brisa del mar, agua salada e higos chumbos... unos días de cuento, por activa y por pasiva, donde uno recupera la fe en el prójimo y sabe que, lejos del hogar propio, siempre hay un refugio donde descalzarse.Estuvimos en Salobreña, en una partecita que denominan La Caleta... donde el agua estaba fría, la playa empedrada castigando los pies hasta lo insoportable y la calma del entorno hacia imposible no reconciliarse con uno mismo. Un sitio chiquito, donde todos se conocen y comparten las historias de tantos años atrás... es mágico.

La Alhambra, como postre y a pesar de mal guiada, volvió a ser el cuento hecho piedra, barro, flores y aromas intensos, con sus cuestas, sus escalones interminables, sus estancias en penumbra, sus mil frases del Corán vistiendo las paredes y el sonido eterno del agua desparramándose por todos lados... y seguir esperando que Boabdil y los suyos aparezcan por una puerta para terminar de desalojar a tanto extraño que alteran el peso de la historia y a veces no respetan la herencia irrepetible que tenemos la suerte de tener a un palmo de la nariz...
Y al despedirnos, ver dos hombres como dos castillos abrazados de nuevo, con los ojos aguados y la promesa de cuidarse los pasos, de la amistad incondicional y el cariño sincero... de saber que Mi Ben tiene su pedazo propio y no prestado en este lado del mundo.
Amo Granada. Mil gracias Francisco, mil gracias Familia Torres. Bendito sea Dios por esta vida llena de bendiciones, valga la redundancia.
Besos........ estupendos seres humanos.
Fotos de Carmen Navarro - Mañana más fotos... prometido.













